Un día de recorridos por La Villa, evocaciones y añoranzas, su creadora, quiso recordar con nostalgia lo feliz que fue cuando niña, cuando llegaba del colegio a la casa y su Mamá le tenía de onces, como trofeo al final de la jornada, un delicioso y amoroso ROSCÓN lleno de jalea de guayaba…. ROSCONES que eran preparados con cariño por Doña Rosita y Doña Anita, las ancestrales propietarias de la única panadería del barrio… Ellas y solo ellas amasaban y preparaban amorosamente esos ROSCONES que nos dieron tantas tardes felices a colegiales cansados de cargar la Baldor y a obreros cansados al final de su jornada… Pero los niños olvidaron a Baldor, los obreros cambiaron el ROSCÓN por el Croissant y las panaderías perdieron la memoria de la deliciosa felicidad…
Por esa felicidad que ella quiso reencontrar en Villa de Leyva, buscando aquel delicioso y amoroso ROSCÓN, fue que surgió LA ROSCONERIA, por que la tradición del amasado y preparación que hacían Doña Rosita y Doña Anita no podía perderse y desaparecer en el tiempo y por que las nuevas generaciones debían deleitarse con la suavidad, frescura y dulzura de esta preparación que ahora no solo están rellenos de suave jalea de guayaba sino de muchas otras deliciosas preparaciones que los harán, no solo recordar las deliciosas recompensas de nuestras Madres, sino crear y guardar nuevos recuerdos que prevalecerán en el tiempo.